Coronavirus, cuarentena y el trasfondo social

Reflexionar sobre nuestras conductas y nuestro estilo de vida es fundamental para tomar acción y mejorar en todos los aspectos de ahora en adelante.

Queridos amigos, sé que he tardado un tiempo en dedicar una reflexión sobre este tema. No obstante, si me he hecho esperar ha sido para analizar la situación con auténtica calma, con el respeto que merece y para estudiar con detalle todo cuanto está sucediendo, puesto que es algo que nos afecta a todos como conjunto. Preferí mantenerme al margen por prudencia para no ofrecer una visión borrosa o confusa en la manera de lo posible. Y lo más importante, tratando de no salpicarme de la mayor propagación que ha existido y existirá a lo largo del tiempo: el miedo.

Incertidumbre. Pánico. Contagio…

Son días muy extraños, nunca habíamos experimentado nada parecido y puedo entender que la gente esté atemorizada. Cuando las masas entran en pánico actúan de una manera más irracional si cabe, convulsivamente y arrasando allá donde van. Y no es que normalmente la gente disponga de sentido común sino que en los peores momentos, es cuanto más destaca este tipo de actitudes.

Reflejamos lo que realmente somos.

El pánico ha calado hondo en los supermercados y tiendas de alimentación, como si almacenar una cuarentena de rollos de papel higiénico fuese a evitar cualquier tipo de contagio, o si saturar la despensa de comida enlatada fuese la ansiada vacuna para acabar con la propagación del coronavirus.

Eso solamente produce escasez para la persona que realmente lo necesita. Egoísmo. Con ello, aumenta el pánico, las estanterías se empiezan a ver vacías y la gente capta un mensaje erróneo para seguir con la locura: Arrasar con lo que se pueda para no quedarse sin nada. Y mientras tanto, el pánico sigue creciendo exponencialmente.

Estos comportamientos son el más puro reflejo de la manera en que estamos siendo «educados». No sabemos reaccionar ante las auténticas dificultades porque no nos hemos preparado para ello. No nos hemos educado ni estamos educando en la cultura del esfuerzo, del valor de las cosas, de la responsabilidad, de la gratitud, de la empatía; en general, de nuestro desarrollo personal. Y como todo en esta vida, trae consecuencias, en este caso negativas. CAUSA-EFECTO.

Y aquí quiero ofrecer mi visión personal sobre todo este asunto vírico. No quiero posicionarme en los extremos, ni de pánico total, ni de auténtica indiferencia; aunque sí en términos de prudencia, calma y de dominio sobre uno mismo. Si bien digo que vivir sumergidos en el pánico es cuanto menos alarmista, tampoco le resto consideración al problema que nos enfrentamos a nivel global. Considero erróneo, o mejor dicho no acertado, el tipo de opinión que circula por las redes expresando sobre el surgimiento de este nuevo virus que es «cosa de un resfriado sin importancia» y que el porcentaje de muertes es inferior al de la gripe común. Y aunque no tenga conocimiento sobre medicina, puedo llegar a entender que la gripe es más letal. Pero también comprendo que, si antes la gente moría de gripe, ahora también lo hace de otro tipo de virus. Por lo que hay más gente afectada.

Conozco de primera mano la manera en cómo esto está produciendo una serie de daños escalonados, muchos de ellos irreversibles, y que han golpeado duramente a las familias y al sistema sanitario en Madrid, pleno epicentro de la pandemia en España. Y si bien pueda resultar muy complicado permanecer relativamente apartado o ausente sobre todas las noticias tóxicas que nos ofrecen a cada minuto, es muy importante evitar alimentar nuestra atención de toda esta información negativa que no ofrece más que deprimir nuestras vidas. Recordemos que hacia donde se dirige nuestra atención, allá va nuestro pensamiento y en eso nos convertimos.

No se trata de mirar hacia otro lado y hacer como si nada de esto estuviera pasando, pero sí tratando de buscar la manera de extraer el mensaje adecuado y el que realmente nos aporte utilidad a la hora de ayudarnos a crecer como persona y con ello, contribuir a un cambio significativo en nuestro entorno. Por lo tanto, es conveniente dejar de alimentarse de las noticias de TV, radio o internet. Cuando te encuentres con algo parecido, simplemente pasa página, y de una manera calmada y serena no la dejes formar parte de tus pensamientos.

Enfocarse en lo que nos hace sentir bien, nos hace sentir bien.

Pero no todo es oscuridad.

Tras toda esta situación, considero que debemos saber leer entre líneas lo que está sucediendo a nivel global y por qué está ocurriendo. Creo que hay un trasfondo muy grande y un mensaje muy profundo para cambiar muchas de las cosas. La primera de ellas es que no podemos seguir con este ritmo desenfrenado de consumismo. El planeta se plantó y nos plantó en nuestros hogares (en forma de cuarentena) para despertar nuestras consciencias.

La naturaleza es sabia, se limpia y se regenera al más mínimo respiro en el que el ser humano deja de actuar. Ya se está empezando a observar en los ríos, que están fluyendo con agua limpia y cristalina. La contaminación se ha reducido notablemente y está proporcionando un aire de mayor calidad. Apenas son unos indicadores sobre lo mal que lo hemos estado haciendo hasta ahora, y esto es el reflejo hacia fuera. Pero, ¿qué hay del reflejo hacia dentro?

En cuanto a la parte emocional y espiritual, nos podemos dar cuenta de que siempre se trata de lo que mantengo escribiendo en la mayor parte de mis publicaciones: los malos hábitos, las malas conductas, los pensamientos inadecuados, hacia dónde nos dirigen. ¿Hemos estado contribuyendo hacia la armonía y el bien común o todo lo contrario?

Al final, compruebas que lo que sucede al otro lado del mundo, termina afectándote a ti, y a la inversa. Todos somos uno. Provenimos de la misma fuente. De ahí que el proverbio de que «el aleteo de las alas de una mariposa se pueda sentir al otro lado del mundo«, tenga su razón de ser en todo esto.

El universo tiene leyes que son inquebrantables y nos está dando un aviso de que son tiempos de reflexión y cambio. ¿Cómo está siendo nuestro trato hacia nosotros mismos y hacia los demás? ¿Cuáles son nuestros comportamientos, pensamientos, y en general, nuestro estilo de vida?

Debemos reencontrarnos con nuestra esencia, nuestra sencillez y nuestro amor. El factor humano. Se requiere de una limpieza profunda de tanta maldad y tanto veneno que nos infecta a diario, empezando por las noticias de TV hasta las críticas, los malos comentarios y actitudes que tenemos con el prójimo. Todo afecta.

Nos obligan a permanecer en cuarentena precisamente porque ya estamos acostumbrados a vivir aislados, de manera egoísta. No pensamos ni ayudamos a los demás y pasamos de largo cuando vemos alguien en problemas. No hemos sabido prestar atención a nuestros familiares, siempre con la vista puesta en la pantalla del smartphone cuando supuestamente pasábamos tiempo en familia. Ahora que no podemos acceder a ellos, anhelamos sus abrazos, sus cariños y ya es motivo de alegría verles sonreír a través de dichas pantallas. Cómo cambian las cosas. Por no mencionar a nuestros familiares más mayores, aquellos que están sufriendo todo esto más que nadie. ¿Supiste valorar su presencia y compañía cuando las cosas iban bien?

¿Realmente crees que todo es fruto de la casualidad? Yo prefiero pensar que no, y de esta manera trato de seguir mejorando y aprendiendo a ser mejor persona, extrayendo el mensaje correcto para cambiar el mundo. Si tú buscas la casualidad en este asunto y no crees en todo esto… habrías dejado de leer a mitad de post, así que sé que estamos juntos en esto. Gracias.

Con cariño,

Capitán Quirós.

VIBRA ALTO. CAMBIA EL MUNDO.

Un comentario en “Coronavirus, cuarentena y el trasfondo social

Deja un comentario